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Praga es una ciudad con una historia llena de vaivenes, aunque la era que más la marcó fue la del emperador Carlos IV. Eso le ha dado a la ciudad un aspecto añejo, como de cuento, y este crucero por el río es una forma totalmente encantadora de adentrarte en ese ambiente.
El crucero, de 50 minutos, comienza recordando el patrimonio cosmopolita de Praga. Sale desde el puente de Čech, el único puente art nouveau del país con un tamaño considerable. Después, pasa por el puente de Mánes, que debe su forma al movimiento cubista checo de la década de 1910. Sin embargo, no todo es moderno: si prestas atención podrás ver un par de gárgolas y el escudo de Praga.
Te impregnarás del ambiente de toda la ciudad y verás sitios como el Rudolfinum, un edificio neo-renacentista de 1885 que es la sede de la Orquesta Filarmónica Checa. Pasarás por el el Museo de Franz Kafka y, por supuesto, verás el castillo de Praga en la distancia. No tiene desperdicio, es el mayor castillo del mundo.
Sin embargo, el plato fuerte es el puente de Carlos. Construido por Carlos IV en la década de 1300, es uno de los más grandiosos puentes de Europa. Mide 621 metros de largo y 10 metros de ancho y se asienta sobre 16 arcos de piedra. Su Torre de la Ciudad Vieja es considerada como uno de los edificios de estilo gótico más impresionantes del mundo.
Ha sido el escenario de muchos acontecimientos históricos y es el lugar donde la ciudad adquiere su faceta más majestuosa y señorial: los reyes de Bohemia pasaban por allí en la Ruta del Rey, cuando iban a ser coronados.